Nuestros antepasados aztecas elaboraron su propia ética de las virtudes, en base a la palabra, el valor de lo que se difunde, se ofrece, se compromete. Diferentes a griegos y chinos, los aztecas supieron gobernar con la verdad. Jamás se supo de un tlatoani que ejerciera el poder apoyado en la mentira, hasta que el debilucho Moctezuma se dejó llevar por la leyenda del espejo negro de Tezcatlipoca.
El pavor a la invasión de los centauros que venían del mar, hizo presa de Palacio –las Casas Nuevas de Moctezuma--, otorgando a los españoles un valor descomunal, apoyando las teorías de los sacerdotes en relación a no pelear, a rendirse, para que las profecías de Quetzalcóatl sobre el mestizaje como inicio de la creación de un hombre cósmico, se hiciera realidad.
Antes de eso, la ética y la política se basaron en la verdad como insignia mayor. No como ahora que se utiliza la mentira, las medias verdades o las compulsiones y delirios provocados por estados de ánimo alterados para proferir una sarta de sandeces propia de vidas cavernarias. Falsedades que poco a poco han logrado enseñorearse de la vida pública.
No son las mentiras derivadas de una alteración orgánica, como las de un daltónico o un discapacitado para darse cuenta exacta de la realidad, sino las que surgen de estados alterados de ánimo y de percepción que tienden con falsedades a sustituir a los datos duros de la economía, la ciencia y la política. En ese nivel estamos.
La falsedad suele provenir siempre de una persona insegura
El empeño de la palabra, como garantía de la verdad o de la promesa, ha pasado a un plano inferior, más abajo de la procacidad de las faramallas, haciendo causa común con fanáticos dispuestos a todo, con tal de agradar al Caudillo, un ducho en la materia.
La falsedad suele provenir siempre de una persona insegura y con autoestima baja. De alguien que cree que lo que le rodea no es suficiente y que, por esa razón, debe elaborar mentiras acerca de su vida. Desarrolla historias irreales y borda todo el tiempo sobre ellas.
Cuando se ve descubierto, el mentiroso se enfada o se victimiza, desviando así la atención de la mentira y proyectándola hacia el enfado o la tristeza. Cuando alguien lo descubre, seguirá negándolo hasta que su historia ya no se sostenga por ninguna parte.
No mentir, mucho más sencillo que sostener una vida de mentiras
Algunos expertos afirman que hacer muchos gestos con las manos también es una señal de que una persona está mintiendo. La falta de empatía hacia los demás completa el cuadro. Se convierte en impulsivo o en una persona fría y calculadora que miente de una manera muy elaborada.
Y es que el mitómano o el delirante se caracteriza por la falta de control sobre sus mentiras. Debe elaborar una intrincada red de mentiras compulsivas y patológicas para poder sostener las primeras que dijo. Sin embargo, el trastorno seguirá ahí. Es imposible dar marcha atrás cuando se han producido los debuts de los primeros brotes.
Evitar mentir resulta mucho más sencillo que sostener una vida paralela basada en engaños. Con la verdad por delante, mostramos al mundo nuestra cara más real y honesta, eso es un signo de madurez y buenas capacidades personales. Si el mentiroso patológico pudiera ver esos valores, sólo así se podría curar. Si no, es imposible.
La burla de Monreal, igual a la señal procaz de Roque Vilanueva
Las mentiras a toda hora del día abarcan toda la agenda de gobierno. Mentiras en el Senado, para agandallarse a la legalona la presidencia de la CNDH, poniendo al frente a una impresentable, apoyada por marrullerías que hicieron comparar la burla grotesca de Ricardo Monreal con la señal procaz de Roque Villanueva.
Mentiras en el seno de la Guardia Nacional, que al fin sabemos para qué fue hecha. Sus aguiluchos se encargaron de difundir el gran hallazgo de unos kilos de cocaína en poder de un soldado de la Sedena, como si se tratara de una agencia de control interno para super vigilar a los de verde olivo. Mentiras que tratan de soliviantar el honor herido de la milicia.
Si ya había sido exagerado otorgar a la Guardia el papel protagónico de la defensa de la paz pública, a base de transferirle el armamento de los soldados, el papel de capturar a El Chapo Ratón para liberarlo a la primera amenaza de violar el pacto de confidencialidad, el rol de policía interno del Ejército es demasiado peligroso, pues exacerba en grado sumo el encono y la división de las fuerzas armadas al interior.
La Guardia Nacional hasta ahora ha servido para exhibir chivatos
Ya es demasiado peligroso el enfrentamiento existente entre los soldados verde olivo, sus tropas y sus mandos, con los de la Marina Armada, para echarle más leña al fuego. ¿Se trata de demostrar que los soldados y policías de la Guardia Nacional son más serviciales a los poderes civiles que los que dependen de Lomas de Sotelo y de Coapa?
Por ese camino no se va a otra parte que al pleito solapado, a una especie de guerrita de papel en casa de cristal, se desmadejan las mentiras que tuvo que proferir el Caudillo para que en las Cámaras le aprobaran el fantasmagórico presupuesto de la Guardia Nacional, que hasta la fecha no ha servido para nada. Bueno, ahora sí: para exhibir chivatos.
¿Qué caso tenía herir las aspiraciones de Rojas Díaz-Durán?
Mentiras en las ternas propuestas para cubrir la vacante del truhan Eduardo Medina Mora en la Suprema Corta. ¿Qué necesidad había de mentir con una terna compuesta por una elegida y dos contlapaches, convidadas de piedra? De entrada, ya sabemos a quién van a meter, a bayoneta calada y a mañanazos, opóngase y vote quien vote en contra.
Mentiras en el partido oficial, Morena. Hasta Bertha Luján, la preferida del Caudillo ha tenido que sufrir en carne propia el desprecio del Titular, expresado a través de Yeidckol Polenvski, quien ni tarda ni perezosa, la bateó de bajada en nombre de quien hasta ahora se dio cuenta de que no podía empeñarse en sentar en la dirigencia a la esposa del coyote mayor de la Secretaría del Trabajo y de los negocios laborales del régimen.
Sin embargo, ese despecho pegó en varias bandas, sin necesidad. ¿Qué caso tenía herir las patriotescas aspiraciones de Alejandro Rojas Díaz-Durán, el senador suplente del pastor Monreal, un muchacho que ya mostró sus alcances? ¿Para qué herir a sus padrinos, dos de los escasos activos de Morena rumbo a las elecciones intermedias?
Pero ese es el efecto de las mentiras. El resultado de no hablar desde el principio con la verdad. Hubiera dolido menos y causados menos estragos de los que provocó, a menos de un año del inicio de las elecciones intermedias del 2021. Dios agarre confesados a los fanáticos de Morena.
Delirante: ¡hasta Ayotzinapa dejó de ser un crimen de Estado!
En el infierno de los amlovers, todo prevalece en México: odio, falsedades, delirios compulsivos, amenazas de hambruna, devaluación, fanatismo exacerbado, compulsiones enfermizas, voces de fracaso absoluto.
Gracias a los delirios enfermizos y sus falsedades, ¡hasta la masacre policíaco militar de Ayotzinapa dejó de ser un crimen de Estado! ¡Hágame usted el refabrón cavor!
Lo que falta es que aparezca la verdad. Bueno, si alguna vez la invitan.
¿No cree usted?