“–¿Se compromete usted hoy aquí a utilizar un lenguaje que no estigmatice a periodistas? –preguntó con insistencia al presidente Andrés Manuel la funcionaria oenegenera de periodistas Silvia Chocarro, en nombre de 17 organismos que se presentaron como internacionales y algunos de sus dirigentes la acompañaron a la mañanera del miércoles 6.
La respuesta de López Obrador fue directa ante la insistencia de la guapa y risueña española que no por ello logró ocultar su tono perentorio, de emplazamiento: “–Nunca he utilizado un lenguaje que estigmatice a los periodistas. Yo quiero estigmatizar a la corrupción, no a los periodistas. Aquí lo que hay siempre es un diálogo circular”.
Y atribuyó el inocultable riesgo que enfrentan los periodistas –con 12 asesinatos en lo que va del gobierno de la cuarta transformación– a la descomposición que se heredó de pasados gobiernos derivado del fracaso de sus estrategias de seguridad. Existe el compromiso de mi gobierno, añadió, de ofrecer garantías de protección a comunicadores amenazados, para lo cual no habrá restricciones presupuestales. Todo lo que se requiera de apoyo y protección. Hay un número considerable de periodistas que tienen protección del Estado que, añade este redactor, multiplica la cantidad de colegas protegidos durante 2018, lo cual todavía no se refleja en la disminución del número de asesinados.
Como los dirigentes de las ONG ocupadas de la defensa de los trabajadores de los medios de comunicación no recibieron satisfacción a su exigencia, el mismo día le reviraron a López Obrador con su preocupación por “la falta de compromiso” mostrado por las autoridades para resolver “la grave crisis en materia de libertad de expresión que enfrenta México”, al tiempo que advirtieron que el presidente AMLO “ha adoptado una actitud irresponsable y peligrosa (sic) ante los comunicadores”.
Sentenciaron que México se convirtió en “el país más mortífero del mundo” para quienes ejercen esta labor. Al parecer influyo en el tono sin matices el hecho de que no fueron recibidos en privado por Obrador ni por el fiscal general Alejandro Gertz, además de que Fiscalía Especial para la Atención de Delitos contra la Libertad de Expresión no se comprometió a reducir en 2% anual la impunidad en crímenes contra periodistas ni a crear una mesa, como lo exigen los dirigentes de la Coalición Internacional de Organizaciones Civiles sobre Seguridad de los Periodistas.
Si bien es cierto que el panorama de la inseguridad pública en México es harto preocupante para millones de mexicanos, entre ellos los trabajadores de los medios, no es para omitirse que América Latina se convirtió en la región más violenta del orbe al concentrar el 8% de la población y el 35% de los homicidios en el mundo, como destacaron los participantes del conversatorio Nuevos colectivos de periodistas: desafiar la violencia aliándonos, convocados por la Unesco y la Embajada de Francia en México. Gobierno de Emmanuel Macron que mantiene una conducta represiva hacia las movilizaciones del movimiento Chalecos Amarillos y los periodistas que las cubren. De eso no dijeron una sola palabra.
En todo caso si López Obrador a lo que estigmatiza es a la corrupción mediática y no a los que cubren las mañaneras, es pertinente subrayar que los asalariados del duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio son eso, trabajadores de los consorcios que reciben directrices y hasta indicaciones sobre lo que deben preguntar. Y que buena parte de los propietarios, socios y directivos son sus adversarios, a los que piensa premiar reduciendo los tiempos oficiales de la radio y la televisión de que dispone el gobierno de la 4T.