Durante el momento culminante del proceso de liberación argelina, el inolvidable secretario de Cultura de la República francesa, André Malraux, héroe de la resistencia contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial, hizo una pregunta a Charles De Gaulle, en su casa de descanso de Colombey-les-Deux-Eglises.
General, le inquirió, ¿por qué a sabiendas de que usted ya había optado por reconocer la liberación de Argelia de la bota francesa, Jacques Chaban-Delmas, el ministro del Interior, con gran saña continúa asesinando y torturando rebeldes en la Colonia y en territorio nacional, no le parece que ya es una exageración?
El león de la guerra aspiró profundo, relata Malraux, y contestó sin pausa: mire usted hasta Maquiavelo lo dijo, si quieres evitar la guerra permitiendo los desórdenes, tendrás primero desórdenes y luego irremediable, la guerra que tratabas de evitar.
De Gaulle sabía lo que hacía. Para transitar hacia la liberación argelina debía tenerse mano dura para que no surgieran en el camino grupos oportunistas que quisieran aprovecharse de la buena fe del régimen gaullista. Ya el parlamentario Carrier había expresado que Argel salía demasiado cara al sistema y que en ese caso era mejor sumarse al movimiento de descolonización africana. Eran pasos muy pensados.
Similitudes en las guerras contra el narco y contra la corrupción
Un amigo lector me preguntó hace unas horas si durante los fatales acontecimientos de Culiacán, la Cuarta Transformación había tenido su primera crisis. Yo le contesté que no. Que no era la primera, pero que sí podía ser la última y definitiva, antes de que se hundiera el país. Antes de que la terca realidad nos demostrara lo insensato y ñoño de muchas decisiones.
No es éste, le dije, el principio del fin, sino el fin del principio. Un aquelarre cantado que debía alertar a todos los mexicanos sobre lo que usted y este humilde escribidor hemos venido sosteniendo hace ya algún tiempo: un régimen amarrado a un Pacto de traslado de poder funesto no puede arrojar nada bueno.
En el caso que nos ocupa, la crisis militar y constitucional de Culiacán, se revela con toda nitidez que la guerra contra el narcotráfico, iniciada por el panista Felipe Calderón, a petición del perredista Lázaro Cárdenas Batel, y la guerra contra la corrupción, iniciada por el Titular actual, no hay diferencias, sólo hay desgraciadas coincidencias.
Narcos y corruptos siguen recibiendo premios de los gobiernitos
Tanto la guerra contra el narcotráfico, como la de la corrupción, están dirigidas, aunque no se reconozca, contra los mismos sujetos: una clase empresarial, burocrática, política, militar, enriquecida bestialmente por nuestro sacrificio fiscal y de seguridad nacional. Los paganos somos los que la sostenemos.
Ninguno de los grandes capos del narco y de la corrupción han sido tocados por el pétalo de una rosa. Al contrario, siguen siendo favorecidos y premiados por el gobiernito actual, que vive de los saldos de bodega del neoliberalismo, con obras, créditos, concesiones y dinero a raudales. Para ellos, el Estado chimuelo no tiene límites. Siguen siendo los que reparten el bacalao… hasta que el pueblo aguante.
Los mismos, en los carteles súper poderosos que ponen de rodillas al gobiernito, como en los grandes consorcios hechos con nuestros impuestos, se han hecho una, para tratar de acabar con el país. Ya casi no hay nada mal acomodado que puedan levantarse, pero ellos siguen buscando cómo, aliados con el supuesto poder de un Estado disminuido y entregado a sus favores.
Los pitazos de los gabachos para autoridades y para criminales
Pero la crisis militar y constitucional de Culiacán puede ser el punto de no retorno hacia la barbarie, el hambre y la desesperación. Puede marcar el inicio formal, si las causas no son atendidas, de una confrontación civil generalizada que aquí hemos alertado, con todas sus letras. El principio de una real guerra civil.
Diga lo que diga el inútil gabinete de seguridad, la consigna era, a partir de un pitazo gabacho, ir con 25 soldados donde se encontraba Ovidio Guzmán, junior de El Chapo, para extraditarlo a Estados Unidos. Igual que Vicente Fox, cuando cumplió el encargo de asesinar por la espalda a su hermano Archivaldo. Las dos, acciones exageradas y bufas, para distraer al pueblo de las graves fallas tenidas.
Pues bien, son tan ñoños los integrantes del gabinete de marras, que nunca supieron ni preguntaron, que los pitazos del gabacho se reparten a mandoble: también les llegan con la misma anticipación a los perseguidos, sus caporales del business.
La última crisis del gobiernito pactada con los poderes del narco
Así es que, cuando llegaron los 25 verdes infelices, ya estaban en el domicilio ubicado por satélite todos los guardias del Cartel de Sinaloa. Absolutamente mejor armados y equipados con armas de mayor poder de fuego que la fuerza de tarea encargada de la misión.
La famosa fuerza del Estado de la Cuarta Transformación fue sometida, desarmada y ridiculizada ante el país y ante el mundo por uno de los carteles más quebrados y divididos del panorama nacional. Todavía se oyen las carcajadas hasta del editorial de El País, uno de los periódicos donde Carlos Slim y el Grupo Toluca son grandes jerarcas financieros y operativos. Un hazmerreir internacional y contundente.
Un espectáculo de carpa ñoña que jamás volveremos a ver. Porque sostengo que fue la última crisis del gobiernito pactado con los poderes del narco y de la corrupción. La última carcajada de la cumbancha, antes e que salgan los payasos. En la próxima, aparecerán otras armas y otros rostros, no los ridículos y caros de la Guardia Nacional.
Lo único rescatable de esta vergüenza es que por fin se revelaron los auténticos números de las encuestas de aprobación que rondaban en 70%. Ahora están al revés y en picada libre. Ojalá también se acaben los sermones de rancho, las proclamas falaces del Estado de Derecho, los “fuchi guácalas”, las mamacitas y los jalones de orejas de las abuelitas para combatir un asunto tan serio como éste donde están en peligro nuestras vidas, y las de nuestro hijos y nietos.
Votamos un líder, no por quien sólo come antojitos en sus giras
México merece ser tratado como una Nación seria y desesperada. No como una congregación o ranchera en las sierras. Ha llegado el momento de recular ante las consejas y amenazas de un predicador quijotesco, más desarmado que Sancho Panza en la ínsula Barataria. No lo aceptamos y no lo merecemos.
Votamos por un líder, no por quien se anda escondiendo a base de comer antojitos en provincia, y no atiende los graves problemas que padece este país, a punto de la hambruna, de la devaluación, de la tragedia, causada por los sultanes de huarache que está encubriendo el régimen de la dichosa Cuarta Transformación.
Todo sucedió el mismo día del ridículo más grade de la Cuarta ¿qué?
El mismo día de la tragedia y del escarnio internacional, México ofrece petróleo regalado a países caribeños, como si aquí hubiera de sobra. Se aprueba una ley fiscal retardataria, amenazante y regresiva, se vota con desparpajo en la Cámara de Diputados un presupuesto de más de seis billones, sin reconocer que no hay de dónde sacarlo, que no hay un billón para completar el de este año: la devaluación perfecta.
El mismo día de la burla mundial se elige a Slim como el salvador de la patria, sin saber que es uno de los capos que provocan y atizan la tragedia. El mismo día, el Titular se va de vacaciones a Oaxaca, a comentar con Alejandro Murat los desaguisados en turno.
El mismo día del ridículo más grande de los últimos años, el Titular regaña y amedrenta a los periodistas y arrima que todo va muy bien, que todos estamos felices. Sólo falta que envíe a Culiacán, aparte del desastroso gabinete de seguridad, un batallón de abuelitas regañonas.
Sin masacre. Pero, al final tendrá que enfrentar guerra y masacres
Y sí, como relataba De Gaulle a Malraux: hasta Maquiavelo lo dijo, si quieres evitar la guerra permitiendo los desórdenes, tendrás primero desórdenes y luego irremediable, la guerra que tratabas de evitar
Así no se puede.
¿No cree usted?