Agencias de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para la alimentación, la infancia y la salud, respaldaron a las autoridades mexicanas impulsoras de una reforma que obligaría a las empresas alimenticias a etiquetar con claridad sus contenidos de azúcares y grasas para combatir obesidad en el país.
Christian Skoog, representante en este país de la agencia de la ONU para la infancia (Unicef), dijo que "el etiquetado frontal de advertencia claro, veraz y de fácil comprensión", permitiría que la población pueda hacer "elecciones informadas de alimentos", para lograr cambios en los patrones de consumo.
En México, entre 58 y 85% de infantes y adolescentes tienen un consumo excesivo de azúcares añadidos, y entre 67 y 92% consume demasiadas grasas saturadas de alimentos procesados, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"Los hábitos alimenticios de los mexicanos están cambiando, antes incluía más productos frescos y ahora hay más alimentos procesados, productos que son en general altos en calorías, azúcares añadidas, grasas saturadas", asociados a enfermedades crónicas, dijo el experto en rueda de prensa.
La Cámara de Diputados analizará este martes un proyecto de reforma de la Ley General de Salud, promovida por el Gobierno federal, para que en los productos se etiquete con claridad si tiene altas concentraciones de azúcar, grasas saturadas, sodio y calorías, que luego debería ser ratificada por el Senado mexicano.
La epidemia de sobrepeso y obesidad "necesita una respuesta fuerte y urgente por parte de las autoridades, no de medidas tibias", recomendó el experto.
México es uno de los países con mayor consumo de productos ultra procesados que son una de las principales causas de sobrepeso y obesidad entre menores.
Skoog dijo que casi un 40% del consumo de calorías de preescolares proviene de esos productos, 35% entre adolescentes y 26% de adultos.
Debido a los costos en salud y productividad laboral, la obesidad genera una pérdida de 2% del Producto Interno Bruto.
En Chile, Uruguay, Perú, Canadá e Israel ya se aplica este etiquetado, donde hay evidencias de que ha funcionado y que la población y los menores lo entienden.