Aunque es una bebida milenaria 100 % mexicana, el pulque ha sufrido en diversas ocasiones el desprecio del mismo mexicano, al considerarlo sucio y sin todo lo que conlleva una muy buena bebida alcohólica.
Sobra decir que el pulque o aguamiel tiene su origen en las épocas prehispánicas, siendo una verdadera bebida de los dioses para las diversas culturas que habitaban nuestro país, antes de la llegada de los españoles.
Diversos mitos hemos escuchado del pulque, quizá el principal es que para su fermentación se usa abono de vaca, algo que resulta totalmente antihigiénico si es que fuera una realidad, un dicho que obviamente no tiene bases sólidas.
Y es que el pulque era tan popular entre los mexicanos que la industria cervecera no veía la manera de quitarle ese lugar, por lo que comenzó a expandir este rumor que terminó por generar una falsa creencia entre los parroquianos.
De esta manera, la cerveza se convirtió en la bebida más popular de los mexicanos, dejando al pulque muy por debajo y dando un golpe a todos esos productores que pasan jornadas de sol a sol buscando este elixir en el maguey.
Si todo mexicano conociera todo el proceso que conlleva el sacar unos litros de pulque, entonces se valoraría más esta bebida y no sería tan barata como hoy en día, donde el litro puede costar hasta 10 pesos.
Un productor debe primero raspar su maguey y protegerlo para que el aguamiel comience a salir. La espera es de 4 meses y un maguey puede producir en su vida útil de 250 a 400 litros de pulque, para luego ser inservible.
El pulque es rico en su valor nutricional y es un remedio principalmente para problemas gastrointestinales, además de que su peculiar sabor se presta para combinarlo con diversas frutas en lo que conocemos como “curados”.
Por estos motivos, debes pensar dos veces cuando rechaces un trago de pulque, pues también estás depreciando el trabajo de productores mexicanos, que generación tras generación han colocado al maguey como su modo de supervivencia.
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