Al quinto día de iniciado el conflicto de cientos de elementos de la Policía Federal, los representantes de éstos llegaron a un acuerdo la noche del martes 8 con la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
Lo suscrito por las partes contiene 13 puntos, entre los que destacan que continúa la selección y los exámenes de admisión para ingresar a la Guardia Nacional, los que no reúnan los requisitos serán reubicados en dependencias como el Instituto Nacional de Migración y ninguno será despedido, así como tampoco habrá represalias para los demandantes que a lo largo del litigio presentaron tres pliegos petitorios, desconocieron en dos ocasiones a sus negociadores electos, pretendieron que Felipe Calderón fuera su “representante sindical”, apareció el tercer asesor jurídico y ahora algunos agentes exigen una reunión con el presidente Andrés Manuel.
La poca consistencia del movimiento policial sin precedente, contrasta con su ineficacia para ganar simpatías entre los capitalinos que fueron severamente afectados por bloqueos de importantes arterias de la Ciudad de México –donde cualquiera lo hace hasta porque “despidieron a una maestra”, como sucedió en Insurgentes y Félix Cuevas–, pero eso sí, los analistas del duopolio de la televisión –en crisis de credibilidad y de anunciantes– y el oligopolio de la radio cerraron filas con los paristas no tanto por simpatía con sus demandas y el movimiento mismo, como porque impugnaban el principal instrumento de AMLO en seguridad pública, la Guardia Nacional.
Uno de los argumentos esgrimidos por los expertos es que será muy difícil integrar en un solo cuerpo a policías, soldados y marinos por su perfil profesional y su vocación. Por supuesto, y también la cuarta transformación es más compleja aún, como lo muestra la renuncia del secretario de Hacienda, mas no por ello deja de emprenderse con la antipatía o desinterés del 30% y que partidos y organismos civiles, e incluso los comentócratas que se la pasan “tirando línea”, se muestran incapaces para abrir cauces a la participación organizada.
La obsesión anti López Obrador llega a extremos clasistas y aun racistas con Jorge Castañeda Gutman y Raúl Moreno Wonchee llamándolo simplemente “López”, en una mala copia del fracasado expresidente del Partido Revolucionario Institucional, Enrique Ochoa, a quien irrespetuosamente llaman Clavillazo (José Antonio Hipólito Espino Mora) quien era un extraordinario comediante.
Pero fue Santiago Creel como secretario de Gobernación de Vicente Fox quien lo bautizó como “Señor López”. Tienen razón los cuatro, López no es un apellido de alcurnia.
Los acuerdos firmados por Ricardo Mejía Berdeja y cinco representantes policiacos contemplan también, como propuso el gobierno desde el primer momento que “se descarta por completo la posibilidad de indemnizar a los policías que no acepten alguna de las 10 opciones para su reubicación”, debido a que “es legalmente inviable”, pues “ningún integrante será despedido, ni se le solicitará su renuncia, razón por la cual mantendrán su empleo, sueldo, antigüedad y prestaciones”. Tampoco contempla el pago de las cuotas diarias de apoyo, conocidas como operatividad.
Así, salvo su mejor opinión, el primer movimiento social significativo en tiempos de la 4T, con o sin mano negra, concluye al parecer con más ruido que nueces, aunque algunos estiman que todavía no está dicha la última palabra, sobre todo por los recursos jurídicos que serán interpuestos.