“Tóxicas”, una novela que se parte en dos

“Tóxicas”, una novela que se parte en dos

En punto de las 19 horas, con un fórum abarrotado, comenzó en Profética la presentación de la primera novela de Isa González. Los primeros comentarios estuvieron a cargo de la escritora Beatriz Meyer quien refirió que el trabajo de Isa González viene principalmente del cuento y enfatizó que es una exploradora de la naturaleza de las mujeres, sobre todo la relación con mujeres mayores, a quienes presenta como guías. Agregó que la historia de Tóxicas presenta una historia que sorprende y sacude, “es un libro profundo ya que Isa es una seductora natural”.

 

Por su parte, el académico Frank Loveland destacó a la novela como un descubrimiento de lo que es el infierno. Los personajes de esta obra, dijo, no son moralmente salvados, Isa explora el erotismo y lo pornográfico. Aseveró que la sexualidad no es un asunto sencillo, es peligrosa, es tóxica y; sin embargo, está ahí. “La obra Tóxicas, si la van a leer, tengan cuidado puede despertar en ustedes malos pensamientos”, concluyó Loveland.

 

El también autor poblano Edson Lechuga inició sus comentarios con una discrepancia: “la sexualidad no es infernal”. El autor de El tonaya no perdona prestó atención en los espacios hacia donde conduce el texto de González, “recovecos poco transitados a los que la autora, de pronto, les prende una linterna”. Tóxicas es una novela femenina, una novela que se parte en dos, que espejea, es un texto que nos invita a pensar en la sombra, aborda un tema lacaniano que se pregunta dónde termino yo, cómo me asumo y cómo me entiendo en esto que llamamos realidad, comentó Lechuga.

 

“Isa propone un desdoblamiento, escribir es escribirme; sin embargo, explorar estos eventos, confesiones, pensamientos deformes y arriesgados, ayuda a que la novela mantenga un ritmo permanente y nos permite espejear”, dijo.

 

Edson Lechuga celebró el paso de la autora a una obra de largo aliento donde lo que sostiene la narración es la honestidad, porque, dijo, “escribe desde ese lugar en donde se juega algo profundo, ya que escribir literatura es caminar en el borde de una azotea, en donde lo que queda es el texto”.

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