La catástrofe de Chernobyl también afecto a México

La catástrofe de Chernobyl también afecto a México

Foto: Pixabay

Para estas alturas, ya muchos han oído hablar de la maravillosa miniserie de HBO “Chernobyl”, que relata la historia del desastre nuclear más desastroso de la historia y que, a 33 años de sucedido, todavía tiene repercusiones en el medioambiente y en la ciudad fantasma que se convirtió este pueblo en Ucrania.

 

La cantidad de dióxido de uranio, carburo de boro, óxido de europio, erbio, circonio y grafito expulsados fueron tales, que 4,000 personas de manera directa se vieron afectadas y desarrollaron cáncer y demás enfermedades, pero la cifra de afectados alcanzó las 100,000 muertes.

 

De acuerdo con expertos, Chernobyl será habitable dentro de cuando menos 20,000 años más y mientras animales siguen sufriendo los estragos.

 

Sin embargo, hay otras víctimas que casi nadie conoce, como niños mexicanos. A más de 11,000 kilómetros, niños de México se vieron afectados por la radiación de Chernobyl gracias a leche contaminada que consumieron del sistema de alimentación pública Conasupo.

 

Y es que desde los años 60, México importaba su leche en polvo de Irlanda, situación que debió haberse suspendido luego de la explosión en la central nuclear de esta planta en Ucrania.

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó sobre terminar inmediatamente con el consumo de productos alimentarios emanados de los países afectados, que básicamente eran de toda Europa.

 

México, ignorando esta situación (o sabiéndola pero no tomándole importancia) decidió importar 40,000 toneladas de leche en polvo y mantequilla desde Irlanda, las cuales fueron repartidas entre 1987 y 1988 por Conasupo.

 

Estos alimentos llegaron desde 1986, dos meses después de la catástrofe de Chernobyl y no fueron examinados de ningún modo para saber si había residuos nucleares. Fue una empresa que compraba la leche la que decidió medir los niveles tóxicos con pruebas y encontraron elementos radioactivos en cantidades sumamente peligrosas.

 

El resultado era que había 700 bequerelios por kilogramo, cuando la dosis máxima tolerada era de 315.

 

Lo peor es que se alertó a las autoridades, pero la paraestatal continuó con la distribución y compra del producto desde Irlanda.

 

Por presiones internacionales, en 1987 se hicieron las primeras pruebas ordenadas por Conasupo y los resultados eran peores.

 

Investigadores sobre el caso reportaron años después que entre 1987 y 1997, los casos de cáncer en niños aumentaron un 300 por ciento y el 30 por ciento de los menores enfermos perdió la vida.

 

Fue hasta 1988 cuando el grupo intelectual de Los Cien hizo la denuncia pública a la que el presidente Miguel de la Madrid respondió que los niveles de contaminación eran mínimos y no rebasaba los límites permitidos; sin embargo, pidió regresar la leche a Irlanda que, reconoció, se compró por su bajo costo.

 

El autor Guillermo Zamora, quien documentó esta situación, sostuvo que nunca se regresó la leche, pues el barco que zarpó de Veracruz, desembarcó en Tampico.

 

En 1995, el gobierno de Ernesto Zedillo ordenó una investigación por presiones de Greenpeace, que terminó un año después sin ninguna consecuencia o conclusión sobre daños por consumo de leche contaminada.

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