El conductor de montacargas de un gigantesco almacén golpeó sin querer con el vehículo una de las torres de mercancías. Lo que provocó fue una reacción en cadena digna de película.
Solo bastó ese pequeño choque para que una de las estanterías se derrumbase y, detrás de ella, el resto de los estantes. Sobre el hombre que lo causó todo cayeron cajas y cajas, pero el desastre siguió ante la cámara.
Se cayeron las estanterías de ambos lados del almacén mientras los empleados salían corriendo.