Una historia escalofriante ha salido a la luz hace unos días en Rusia, protagonizada por el historiador Anatoly Moskovin, un atípico “coleccionista” de muñecas.
Calificado como un genio por hablar más de 13 idiomas, Anatoly inició un proyecto de investigación que recopilaba las diferentes causas de muerte en su ciudad: Nizhny Novgorod; iba a los cementerios y tomaba datos de cada persona fallecida. Desde entonces causó tal temor que la policía decidió vigilarlo más de cerca.
Moskovin, un hombre solitario y sin aparentes adicciones fue demandado por sus vecinos a causa de los malos olores que provenían de su casa. Fue entonces cuando la policía irrumpió el lugar, hallando cadáveres momificados de niñas vestidas y maquilladas, acomodadas por toda la casa.
Según las declaraciones que él hizo, pretendía practicar el ocultismo –tema que le apasionó desde la universidad– y revivir los cadáveres a través de la magia negra. Anatoly incluso hizo un manual con el proceso de momificación y los rituales que debía seguir para lograr su cometido.
Los reportes declaran que el historiador no abusó sexualmente de ninguno de los cadáveres, incluso los trataba como personas con vida al sentarlos a la mesa o frente al televisor.