La verdad sobre la demanda de Humberto Moreira a Sergio Aguayo

La verdad sobre la demanda de Humberto Moreira a Sergio Aguayo

El exgobernador priista de Coahuila, Humberto Moreira, ha demandado por daño moral al académico Sergio Aguayo, quien en una columna periodística lo calificó de "corrupto" e "impune" —algo que nadie dentro ni fuera de Coahuila podría negar— y exige como resarcimiento del daño la insólita cantidad de diez millones de pesos.

 

Como bien ha señalado Sergio Aguayo, llama la atención que el exgobernante coahuilense, representante de la peor subcategoría de priistas desdeñables, acusado entre otras cosas de lavado de dinero y falsificación de documentos oficiales, se haya fijado en el académico, habiendo tantos otros columnistas y analistas que se refirieron a él en iguales o peores términos.

 

Todo indica que el exgobernador de Coahuila busca intimidar a Aguayo, debido a que él en estos momentos dirige una investigación sobre la masacre de Allende, ocurrida bajo el régimen de Moreira y en la que perdieron la vida aproximadamente 300 personas. La intención de Moreira sería, en este caso, enviarle a Aguayo el típico mensaje de "o le bajas o le bajas".

 

El académico se ha dicho listo para dar la batalla jurídica —que vaticina lenta y desgastante— pues asegura que cuenta con los elementos suficientes para ganar el juicio. Moreira no ha dado ninguna declaración al respecto, más que argumentar a través de sus abogados que se ha "dañado su honor" y se ha "difamado su nombre".

 

Pero el exgobernador de Coahuila no tiene honor ni tiene nombre. Su apellido representa corrupción, podredumbre y todos en Coahuila lo saben. La actriz Susana Zabaleta se ha expresado públicamente en términos muy fuertes contra Moreira y nadie le ha objetado nada. Al contrario, la actriz se ha llevado el aplauso de los coahuilenses (Zabaleta es originaria de Monclova y conoce muy bien la historia de esta familia).

 

En el fondo, el caso de Aguayo se trata del mismo dilema de siempre, que contrapone el derecho a la buena imagen pública contra el derecho a la libertad de expresión y en ocasiones anteriores siempre ha ganado este último. Porque los mexicanos tenemos derecho a expresarnos así de un gobernante que ha dado muestras claras de corrupción e indecencia —o es que acaso alguien metería las manos al fuego por un político que fue investigado por la Policía estadounidense—.

 

Humberto Moreira representa la vieja camada de políticos corruptos del PRI —la nueva salió peor—, entre la que están Mario Marín, Arturo Montiel —tío del actual presidente de México—, Tomás Yarrington y por supuesto Ulises Ruiz Ortiz, ese que hoy se inconforma por las prácticas "antidemocráticas" de su partido. Si Peña Nieto está decidido en serio a darle una nueva cara al dinosaurio, también tendría que acabar con la impunidad que rodea a estos pillos.

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