Cuando ganaron todo en 2013, se quedaron callados. Cuando Moreno Valle les dio la primera gobernatura panista de Puebla, aplaudieron y se congratularon. Ahora que ganaron siete distritos —tres más que en 2012— se dan la vuelta y piden sangre. Son los panistas del Yunque, quienes han aprovechado la coyuntura para rasgarse las vestiduras y exigir "reestructurar" el partido, a pesar de que ellos nunca han ganado nada en la vida.
Myriam Arabian, Juan Carlos Espina, Ana Teresa Aranda, Pablo Montiel y Eduardo Rivera buscan aprovechar la primera caída de una rama del árbol y piden la destitución del órgano directivo municipal, sin considerar que un resultado de siete a nueve representa todavía mucho más de lo que los panistas habían logrado antes de Moreno Valle.
La lideresa de esta corriente opositora es como siempre Ana Teresa Aranda, quien desde la década de los noventa soñaba con ser gobernadora del estado, por lo que nunca le ha perdonado a Moreno Valle que le haya ganado la candidatura y luego, con una campaña moderna e inspiradora, le arrebatara Casa Puebla al priismo.
Nunca en su vida ha ganado algo. Cuando fue secretaria de Desarrollo Social a nivel federal, le favorecieron sus ligas con los grupos tradicionales del PAN, el factor de ánimo que imperaba entre las filas foxistas y el renovado espíritu de cambio que inspiraba la derrota del PRI. Y de todos modos ahí están los resultados: en el país no dejó de haber más pobres luego de la égida de Vicente Fox.
Hacen segunda a "Ana Tere" los regidores y diputados del Yunque —el único diputado que actualmente tiene el Yunque, que es Pablo Montiel Solana—, aprovechando la victoria a medias de la que se regodean los priistas, para exigir la renuncia de Pablo Rodríguez Regordosa y una reestructuración del partido. Quieren que el órgano municipal que hasta antes de Regordosa estaba en la ruina, vuelva a quedar en sus manos.
Curiosamente, esos panistas no han ganado tampoco ninguna diputación o puesto de elección popular por sus propios méritos y ahora se quejan de una hipotética derrota, cuando que ellos mismos contribuyeron en parte con ella. Myriam Arabian fue primero secretaria de Desarrollo Social gracias al llamado del gobernador y ahora es regidora debido a que la incluyeron en la planilla de Antonio Gali. Por su propia cuenta no es capaz de alcanzar una elección.
Juan Carlos Espina y Rafael Von Raesfeld llegaron al Congreso en la legislatura pasada solo por la vía plurinominal y, aun así, sus más grandes méritos han sido legislar a favor "de la familia" —lo que significa organizar carreras y bloquear iniciativas—. Eduardo Rivera se colgó del factor Moreno Valle y protagonizó una de las administraciones más grises y corruptas de la época moderna.
En resumidas cuentas, se quejan de lo que ellos nunca han logrado. Sin resultados en mano y solo con unas cuantas carteras obtenidas como favor, arrojado a través de la vía del reparto de cuotas, reclaman por que obtuvieron tres distritos más que en la elección pasada, aun sabiendo que en caso de que ellos hubieran coordinado la campaña, no habrían obtenido ni la mitad de lo que tienen ahora.