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La imagen progresista y abierta al diálogo mostrada por la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco en la campaña de 2018 ha quedado en el olvido. La munícipe hoy en día es un vivo ejemplo de la intolerancia y la necedad que no debe tener cabida en un gobernante.
Tras asumir la presidencia municipal de Puebla, Rivera Vivanco tomó un rol que no permite la mínima crítica hacia su trabajo. Cualquier cuestionamiento en su contra es tomado como un ataque, argumentando que recibe críticas por el simple hecho de ser mujer.
